CÓMO NOS COMUNICAMOS EN FAMILIA


Recuperados ya de las fiestas navideñas, y a punto de superar la temida cuesta de enero, hoy queremos compartir algunas ideas sobre comunicación aprovechando que quien más o quien menos habrá tenido que compartir algún momento de celebración y charla familiar durante estas entrañables fiestas.

Seguro que todos hemos oído la expresión “¿Qué tal las Navidades…. bien o en familia?”, las quejas personales o de algún allegado sobre lo difícil que es terminar esos encuentros sin haber sufrido algún que otro encontronazo e incluso hemos podido oír que en estas fechas aumentan las intervenciones policiales por disputas y riñas entre parientes.

¿Qué cosas se dan en esas citas que no favorecen la comunicación y que, por tanto, deberíamos tratar de evitar cuando necesitamos comunicarnos de un modo eficaz?

En  estos encuentros nos reunimos con personas a las que conocemos, pero con las que quizás tengamos pocas cosas en común, algo que en principio podría hacer la conversación más rica y con más matices, salvo que la predisposición a la escucha no sea la adecuada, bien por prejuicios, por enfrentamientos anteriores que no se han llegado a resolver, porque hay más “bocas” que “orejas” o por falta de motivación para llegar a un acuerdo (realmente no necesitamos acordar nada, podemos permitirnos estar totalmente en desacuerdo y además manifestarlo sin pudor).

Puede ser que se den algunos de los modelos que contaminan la comunicación efectiva:

-Alguien que critica todo lo que se dice; que nunca está de acuerdo y siempre lleva la contraria a los demás favoreciendo una constante disputa incluso en los temas más nimios.

-Puede estar también un compañero o compañera de mesa que anda a lo suyo, parece estar más interesado por lo que ocurre en cualquier otro sitio: mira constantemente el móvil, no presta ninguna atención a lo que está ocurriendo a su alrededor, bosteza, mira el reloj. Manifiesta claramente con su actitud que si pudiera haberlo decidido, no estaría compartiendo ese momento con los demás.

– Quizás haya alguna persona que siempre tiene un consejo que dar; en todas las situaciones que se comparten sabe la decisión adecuada a tomar, lo que le confiere un cierto aire de superioridad sobre los demás. Entre sus frases preferidas: “yo en tu lugar habría hecho ….”; “lo que tienes que hacer es….”

– Quizás el preferido de estas navidades ha sido el perfil del “cuñado”, que ha venido a tomar el relevo de la suegra, que por fin empieza a recuperarse de su mala fama. Asociamos a este perfil a las personas que todo lo saben, que interrumpen constantemente la conversación porque a ellas también les ha pasado lo que se está contando pero mejor, o siempre tiene un amigo o una conocida que supera la experiencia de los presentes. Suelen intentar que la conversación gire en torno suyo. Normalmente son personas a las que “les gusta escucharse”.

-En el peor de los casos podemos tener entre los invitados a alguien que disfruta faltando al respeto a  los demás, insultando, menospreciando lo que se dice con un lenguaje abiertamente agresivo. Es en este caso en el que tal vez tengamos que acabar invitando a la fiesta a algún representante de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

No olvidemos pues que todos estos modos de comunicación no favorecen la escucha necesaria para ser asertivos respecto a nuestros intereses ni a comprender cuales son los de los demás, por lo tanto, descartemos estos modelos cuando cooperamos para conseguir acuerdos satisfactorios.

Y no quiero cerrar este espacio sin hacer mención a otro elemento que no favorece la comunicación y que suele estar presente en todas nuestras fiestas: el alcohol y otras sustancias estimulantes, por ejemplo, el café. Incluso siendo legales, asegurémonos de que no estén presentes en ninguno de los participantes de una de nuestras sesiones, pues pueden interferir negativamente en todo el proceso.

¡Felices fiestas!

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