DIÁLOGOS DE CINE


En multitud de ocasiones utilizamos el cine como una herramienta imprescindible para poder generar espacios de análisis, reflexión y debate propios de los encuentros formativos. Con ello aunamos dos de nuestras grandes pasiones: el séptimo arte y los métodos cooperativos de resolución de conflictos. Una de las películas que incorporamos ya a nuestros materiales es “Maixabel”, último trabajo de Icíar Bollaín.

En esta ocasión la reflexión surge en torno a las prácticas restaurativas que se pusieron en marcha como una de las fases de la “Vía Nanclares”. Se trató de un proyecto de reinserción de aquellos presos etarras que habían decidido dar una serie de pasos inequívocos hacia el final de la violencia. La película se centra en los encuentros restaurativos entre víctimas y victimarios; más  en concreto entre Maixabel Lasa (viuda de Juan María Jáuregui) y dos de los exmiembros de ETA que lo asesinaron: Luis Carrasco e Ibon Etxezarreta.

No me corresponde hacer una crítica cinematográfica; aunque me voy a permitir compartir que Blanca Portillo es una de mis actrices y Luis Tosar uno de mis actores españoles preferidos, que todas las películas de Icíar Bollaín tocan magistralmente algunas de mis fibras emocionales  más sensibles y que he descubierto a un magnífico Urko Olazabal al que sin duda seguiré la pista.

Como mediadora no puedo recoger en estas breves líneas todas las ideas y reflexiones que esta historia (la que recoge la película y la real en la que se basa) me sugiere, pero sí algunas de las que me parecen más interesantes para el blog de SOLVER:

-Enseguida pensé en nuestros alumnos y en una frase que se repite en cada una de nuestras formaciones, sin excepción: “eso que nos contáis es muy bonito, pero imposible en la vida real” … “¡qué difícil! la teoría está muy bien, pero en la práctica las personas no funcionamos así” y cosas parecidas.

Evidentemente fácil no es. La película muestra las conversaciones y todo el trabajo previo de crecimiento y evolución personal en cada participante. Los personajes no pueden entrar “a saco” en estos diálogos sin la preparación adecuada y sin estar en el  momento personal oportuno que les sitúa en la voluntad y la decisión de “querer hacerlo” a pesar de todos los miedos. Este proceso se facilita con las prácticas restaurativas de la mano de profesionales mediadores que guían, preparan, acompañan y facilitan los encuentros. Y entonces, con todo ese esfuerzo personal, la “magia” se llega a producir.

– Estamos claramente ante la aplicación de Justicia Restaurativa tal como nos la presenta  Howard Zehr:

“La justicia restaurativa es un proceso dirigido a involucrar, dentro de lo posible, a todos los que tengan interés en una ofensa particular, e identificar y atender colectivamente los daños, las necesidades y obligaciones derivados de dicha ofensa, con el propósito de sanar y enmendar los daños de la mejor manera posible”. (Recomendación para los que tengáis interés: “El pequeño libro de la Justicia Restaurativa”).

Teniendo en cuanta el grado de intensidad del conflicto que viven las víctimas y los victimarios ¿realmente estos encuentros sirvieron para cumplir ese objetivo de sanar y enmendar los daños? ¿sirvió para que las víctimas, de una forma segura, vieran satisfechas sus necesidades? ¿contribuyó a que los victimarios reconocieran el daño causado, asumieran su responsabilidad y participaran activamente en su restauración? ¿cómo está contribuyendo esta dinámica al proceso de cierre del conflicto vasco para la sociedad?

No voy a responder a estas preguntas, mejor escuchad a sus protagonistas. Os dejo enlaces a dos documentos de hace algunos años sobre este mismo tema:

-“ETA, El final de silencio”. Entrevista a su director Jon Sistiaga (2019)

En el episodio 1 de esta Serie se recoge una conversación entre Ibon y Maixabel 

-Teatro “La mirada del Otro”: Coloquio tras la representación teatral (2016)

Todos ellos ponen en valor la alternativa del acercamiento y la comunicación honesta para entenderse, tender puentes y dialogar para sanar y restaurar. El silencio no sirve para esto, el atrincheramiento en mis posiciones no sirve para esto, el rodearme siempre de los que piensan como yo no sirve para esto y “despersonalizar” al otro tampoco.

AVISO A NAVEGANTES: Si queremos sociedades más pacíficas ya sabemos que la opción es tender puentes de diálogo para conocernos y entendernos y no levantar muros y polarizar la sociedad.

– Y para terminar, por la parte que me toca, me detengo en algún detalle del papel de la mediadora en la película: es agente de realidad respecto a lo que los encuentros van a suponer para las partes; “escucha” sus necesidades, anticipa y se disponen en un segundo plano a facilitar que ocurran las cosas necesarias para que los que han decidido de forma voluntaria e informada encontrarse –que son los auténticos protagonistas del proceso- dispongan del “espacio” adecuado para la restauración.

En palabras de Eduardo Santos, que fue uno de los mediadores en este proceso junto con Esther Pascual:  “Claro que funciona. Porque al final las víctimas ven satisfechas algunas necesidades que guardaban en su interior. Dudas concretas que les torturan durante años. Y ahí el reconocimiento del daño causado es fundamental. Para las víctimas es muy importante que el responsable admita que lo que hicieron estuvo mal y fue injusto». [Os invito a leer la entrevista completa]

Enhorabuena a todos los que han participado y participan en estos procesos y muchas gracias por la generosidad que muestran al permitir su difusión, pues siendo fundamentalmente privados, íntimos y confidenciales, tienen también una dimensión pública y social muy importante para ayudarnos a todos a incorporar nuevos modelos a nuestro sistema. Muchas gracias por ello.

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