ESCUELA Y MEDIACIÓN: APRENDER A RESOLVER DONDE SE APRENDE


Comenzamos esta entrada de nuestro blog con unas palabras de CÉSAR BONA. En su libro “La nueva educación: Los retos y desafíos de un maestro de hoy” se hace la pregunta ¿Por qué elegí ser maestro? a la que responde: “Porque los maestros podemos abrir puertas y ventanas para que los niños se conviertan en personas plenas, porque está en nuestras manos el empujarlos hacia delante para que ellos mismos construyan su presente y su futuro. Podemos hacer que participen en la sociedad para que nos ayuden a cambiar las cosas. Y para eso también hemos de ofrecerles herramientas”.

El cambio de valores en la sociedad actual ha generado un amplio debate sobre la convivencia que, como no podía ser menos, también afecta a la comunidad educativa. Nuestros centros educativos ya no deben preparar exclusivamente en el ámbito de los conocimientos, sino que deben tratar de formar a ciudadanos competentes, no sólo competitivos, en la utilización de abundante información, en el uso de las nuevas tecnologías, con una buena capacidad de gestión, a partir de valores éticos ejercidos desde la convicción. Educar para el conflicto y para su gestión positiva es educar en valores, como establecen Binamuro y Beatriz Muñoz.

La convivencia escolar adecuada es un requisito para un proceso educativo de calidad, siendo igualmente su resultado. Convivencia y aprendizaje son dos aspectos estrechamente ligados entre sí, que se condicionan mutuamente y que requieren que el respeto de derechos ajenos y el cumplimento de obligaciones propias se constituyan en finalidad y en un verdadero reto de la educación actual en su compromiso para conseguir una sociedad mejor. 

Los procesos de mediación escolar como sistemas de resolución de conflictos pueden verse como la consecuencia lógica de una realidad compleja en la que las relaciones de convivencia a nivel social, familiar, laboral, escolar, etc., han sufrido variaciones muy profundas y rápidas en las últimas décadas. Las formas clásicas de regulación de la convivencia no parecen ser suficientes. Son necesarias, por tanto, otras estrategias adaptadas a las nuevas dinámicas de convivencia actuales que exigen no sólo obtener los objetivos deseados, sino también mantener las relaciones interpersonales como base de una convivencia pacífica, no violenta y respetuosa con los demás.

Cuando un centro educativo opta por introducir la MEDIACIÓN, está apostando por el trabajo en equipo. Es necesario sensibilizar a todos los sectores de la comunidad educativa: familias, profesorado, alumnado, personal de administración y servicios y demás agentes educativos del entorno a quienes se invita a participar en el proceso de cambio hacia una nueva cultura del Centro e incluso a formar parte del grupo de mediadores, con la formación previa adecuada.

Según CARMEN BOQUÉ, son varias las mejoras que genera la implantación de la mediación en el aprendizaje del alumnado y en el clima escolar del centro. Así destacamos aspectos positivos de la mediación como son:

Promover soluciones satisfactorias entre las personas implicadas evitando que se manifiesten posturas antagónicas de ganador- perdedor.

Fomentar entre los alumnos el cumplimiento de normas y acuerdos tomados en el proceso, los compromisos.

Suscitar la participación, responsabilidad, creatividad y comunicación.

-Generar capacidad para tomar decisiones.

-Impulsar el trabajo en equipo.

En esta línea de construcción hemos desarrollado varios talleres y formaciones en centros educativos con el objetivo de implicar a padres, profesores y alumnos en la mejora de la convivencia en el Centro. Sin duda se trata de una ambiciosa idea que algunos centros pretenden desarrollar para ir capacitando a un equipo de MEDIADORES para la gestión de sus conflictos.

Los talleres de mediación escolar que hemos desarrollado con estos grupos de profesores y alumnos, voluntarios comprometidos en este proyecto, nos han permitido descubrir y recorrer con ellos algunos de los principios, actitudes, herramientas y claves que les pueden llevar a ser mediadores. Un trabajo delicioso y enriquecedor con el que se han plantado pequeñas semillas que aún debe de cuidarse y nutrirse día a día. Fundamental no olvidar que es necesario implicar a toda la comunidad educativa (alumnos, profesores, padres y personal de administración), con información y formación, para conseguir que esta alternativa se convierta en una herramienta real para la resolución de los conflictos. El primer paso está dado; así que mucho ánimo y adelante.

Y para terminar, recupero otra de las ideas del profesor CÉSAR BONA: “Encontramos piedras en el camino, pero compartir el mundo de los niños nos ayuda a entender que nada es imposible”.

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