¿QUÉ PASARA? 1


Vivimos momentos inciertos, en los que recibimos miles de mensajes, algunos con gran sentido del humor nos invitan a sacar una sonrisa de lo que está sucediendo, otros pretenden informarnos de lo que pasa, algunos nos invitan a hacer actividades…. Todos ellos nos sitúan en el presente y nos generan algunas preguntas para el futuro. Sin ánimo de responder al presente ni al futuro me viene a la cabeza el cuento del Anillo del Rey:

 

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:

«Me estoy construyendo un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles.Quiero guardar oculto en el anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos y a los herederos de mis herederos para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño de manera que quepa debajo del diamante del anillo». 

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos, podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de apenas dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total….Pensaron, buscaron en sus libros, pero no pudieron encontrar nada. 

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, así que lo trataba como si fuera parte de la familia. El rey sentía un profundo respeto por el anciano, de modo que también le consultó y éste le dijo:

«No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio me he encontrado con todo tipo de gente y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento me dio este mensaje». 

El anciano lo escribió en un papel, lo dobló y se lo dio al rey:

«Pero no lo leas. Mantenlo escondido en el anillo. Léelo solo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación». 

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos le perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde no había salida, enfrente había un precipicio y un profundo valle, caer en él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía oír el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino…. de repente se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y se encontró un mensaje tremendamente valioso. Simplemente decía: ESTO TAMBIÉN PASARÁ. 

Mientras leía la frase “Esto también pasará” sintió un gran silencio que se cernía a su alrededor. Los enemigos que le perseguían en el bosque debieron perderse o debieron equivocarse de camino. Lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. 

El rey se sintió profundamente agradecido al anciano y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, lo colocó en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba en la capital victorioso había una gran celebración con música, bailes… y él se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo: 

«-Este momento también es adecuado. Mira el anillo

-¿Que quieres decir? –dijo el rey-, ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida. 

-Escucha, este mensaje no es solo para situaciones desesperadas. También es para situaciones placenteras. No solo para cuando estés desesperado. También para cuando estés victorioso. No es sólo para cuando eres el último, también es para cuando eres el primero».

El rey abrió el anillo y nuevamente leyó “Esto también pasará” y de nuevo sintió esa inmensa paz, el mismo silencio en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego había desaparecido. El rey pudo terminar de  comprender el mensaje. Se iluminó. Entonces se acercó el anciano y le dijo: 

«Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza, porque son la naturaleza misma de las cosas».

El confinamiento también pasará, la pandemia también pasará, la celebración que viviremos previsiblemente cuando podamos salir, también pasará y las consecuencias económicas que esto traiga, también pasarán….

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